domingo, 27 de abril de 2008

PEPE CRIADO Últimos versos de "Candiota"



Quería que lo alpujarreño
fuera un estado grandioso…

Así comenzó José Antonio Barranco una estrofa improvisando con el payador argentino Wilson Saliwonczyk, ya tan almeriense por sus continuas estancias entre nosotros, en una controversia entre amigos en Dalías dedicada a “Candiota”.

Son ciertos los versos de Barranquito. Miguel García “Candiota” hace años que está en la historia de la oralidad por haber puesto en valor el trovo de La Alpujarra, por mejorarlo en sus aspectos literarios y técnicos y por haber logrado que sea universalmente reconocido.

Alpujarra, vino puro,
sabor de fruta madura
de un pueblo firme y maduro,
eres voz de la cultura
del presente y del futuro.

Así definió “Candiota” a La Alpujarra en mayo de 2006 a petición del Ayuntamiento de Vícar (Almería), esa Corporación Municipal presidida por Antonio Bonilla que Miguel “Candiota” siempre tuvo como modelo de excelente gestión política.

En abril de este año, para las Elecciones Municipales, coordinamos una actuación con “Candiota” y el payador Wilson para una fiesta del PSOE en Turón. Estuvieron de antología, defendieron los valores sociales de la izquierda y expusieron con claridad la intención de las derechas para no fomentar el desarrollo de los pueblos.

“Candiota” vivía la poesía. Era un ser lírico, pero con los pies sobre la tierra y muy preocupado por la dignidad humana, porque los políticos doten de un buen gobierno a las comunidades, para todos y todas, en contra de las dictaduras tangibles y en contra de esos opresores que se escudan en el poder para parecer que no lo son.

Precisamente sobre estas ideas me improvisó “Candiota” en su casa, en Las Norias, durante una visita en el mes de junio pasado que le hicimos varios amigos de Turón:

Yo voy con claveles rojos
que me da Miguel Hernández
y al destapar los manojos
hoy las estrellas más grandes
me ven por tus mismos ojos.

A finales de julio, el día 26 por Santa Ana, tuvimos el placer de tener a “Candiota” invitado durante todo el día en Turón. Comimos invitados por Jerónimo y Ana para celebrar el día y entre otras muchas quintillas el maestro nos dedicó el siguiente trovo:

Turón fue siempre un rincón
de cruces en los caminos
y hoy el pueblo de Turón
con vosotros por vecinos
tiene voz y corazón.

Tras la comida, ya en mi casa, “Candiota” improvisó en el huerto unos preciosos versos a la albahaca y su perfume:

La albadaca con su olor
va perfumando tu vida
siendo del campo el mejor
porque su aroma, florida,
no te la dará otra flor.


Pocos días después, tras una conversación con Marcelo López, Concejal en el Ayuntamiento de Vícar, que le aconsejaba que olvidase las actuaciones y que se dedicara a escribir su libro de memorias, “Candiota” me telefoneó y me dijo, refiriéndose a este asunto:

En los ríos de la espuma
navegué contra corriente,
rompí montañas de bruma
y hoy me quedo solamente
con la palabra y la pluma.


Ya desde el Hospital de Poniente, a primeros de septiembre, “Candiota” me dictó por teléfono la siguiente quintilla:

Anoche soñé que un verso
me dijo que no sea blando
y haga el máximo esfuerzo
para seguir alumbrando
en la luz del universo.


Tanto me gustó esa quintilla que se lo comenté en la siguiente visita que le hicimos al hospital. Allí nos reímos con él porque le di la broma de que la copla era muy buena para que fuera improvisada y que estába convencido de que tenía alguna libreta escondida para ir escribiendo.

A esa “pelma” Miguel “Candiota” respondió tajante que nunca le había hecho falta escribir versos porque para eso tenía su manantial de trovador.

Después de reírse y evitando redundar más en el tema con su método clásico de cambiar de conversación “Candiota”, inspirado, nos dictó la siguiente quintilla:

Si mi puerta no está abierta
y el estilo de mi voz
se acabó y no despierta,
perdona hermano por Dios
que no te abra la puerta.


Además nos dijo, serio, que quería que esa quintilla fuera su epitafio, la que se pusiera en su lápida cuando muriera. Lógicamente tomamos a broma sus palabras y entonces fuimos nosotros quienes cambiamos de conversación después de recriminarle que pensara en vivir, que ese no iba a ser su caso.

Obviamente, ahora, pocos meses después y muerto el maestro trovador, aquel epitafio cobra todo su sentido y su familia está decidiendo cumplir esa última voluntad.

Pero los últimos versos que escribió el más grande trovador de los improvisadores andaluces, días después en el sobre de una carta que le envío su compañía de seguros, fueron de esperanza:

Si arreglo mi corazón
igual que a Dios se lo pido
trovaré con ilusión
porque el trovo siempre ha sido
mi alegría y mi blasón.

“Candiota” ya no está. No salió de la operación de corazón a que fue sometido. El vacío de la muerte siempre duele como ascua viva pero de Miguel nos queda el mensaje claro de sus versos: Justicia, igualdad, ternura y amor por la vida.

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